Por Cynthia Morillo
Santo Domingo.- El 31 de
diciembre del 2006, fecha que para muchos significaba el paso hacia un nuevo
año cargado de esperanza y prosperidad, fue un día trágico para el lanzador
Roberto Novoa. Esa fecha marcó un antes y un después en la vida del jugador,
nativo de San Juan de la Maguana.
Un accidente
automovilístico (sufrido en compañía del también lanzador Valerio De Los
Santos) le produjo una dislocación en su hombro derecho que lo obligó a pausar
su prometedora carrera como lanzador de Grandes Ligas.
Roberto Novoa, lanzando para la UASD. |
Ahora, como el
Ave Fénix que renace de entre sus cenizas, este serpentinero vuelve al ruedo
con fe y optimismo al deporte del bate y la pelota.
Novoa llega al
mundo en “El Granero del Sur”, el 15 de agosto de 1979. Era el más ¨ negrito¨
(expresión con la cual lo denominan sus padres) de sus siete hermanos. Desde
pequeño se mostró muy alegre, simpático y con carisma para ¨echarse a las
personas en un bolsillo¨.
Sin embargo,
había una cosa que hacía que el joven Roberto se saliera de sus casillas y
revoloteara todo desde la cabeza hasta los pies: Su pasión por el béisbol.
Desde la
infancia, su padre le inculcó el amor al deporte de las bolas y los strikes.
¨Mi padre
siempre ha sido un apasionado del juego, es tanto así que se desempeñó como
receptor, pero no logró firmar debido a que en ese entonces las oportunidades
eran escasas y los escuchas no llegaban hasta donde vivíamos”, agregó el
derecho.
Relata como su
padre, a base de esfuerzo y sacrificio, logra sacar adelante a la familia y
educar a sus 7 hijos, cuatro varones y tres hembras. El patriarca de la familia
trabajó como sembrador de tabaco y luego como negociante, teniendo que
desplazarse hasta Loma de Cabrera, todo porque su hijo consiguiera besar el
diamante del béisbol.
No muchos
jugadores terminan sus estudios educativos y, lamentablemente, Novoa no fue la
excepción. Abandonó la escuela cuando apenas cursaba el octavo grado, ya que
entendía que no existía mayor aprendizaje que estar dentro del estadio. El
béisbol se convirtió en su formación.
¨Yo abandoné la
escuela a muy temprana edad; sin embargo, eso no significa que no se debe
estudiar, tú no sabes de lo que vas a vivir y hay que prepararse. Gracias a
Dios estoy viviendo del béisbol, pero no sabes el día que una lesión o alguna
circunstancia no te permita trabajar más en esto¨, sostuvo.
Y así, con su
mente clara y decidida, de la mano de su padre, también de Tito Alcantará y Regino Calcaño llegó hasta las filas del la
organización de los Piratas de Pittsburgh, para ver cristalizado sus sueños de
ser firmado por un equipo profesional de béisbol, el 03 de Julio de 1999.
Con los Gigantes del Cibao. |
Aun cuando pisar
suelo de Estados Unidos le resultó incomodo y lo sacó de su ¨zona de confort¨,
Novoa logró salir adelante, pues tenía una meta bien clara. Para él no
importaba los sacrificios a superar, su objetivo era llegar a Grandes Ligas.
Y ese ¨negrito
de San Juan¨ conquistó a los scouts con su estatura, impresionante físico y
bola rápida que se desvanecía ante los bateadores.
No obstante,
para su sorpresa, mientras transcurría su andadura por las menores fue cambiado
a Detroit, donde siguió impresionando.
¨Yo nunca me
esperé ese cambio porque, supuestamente, era el prospecto de los Piratas; pero
al final me resultó conveniente porque pude subir a las myores. El mánager Alan
Trammel me observó en Spring Trainning (entrenamientos de primavera) , me dijo
que tenía las condiciones, buen brazo y me dio la oportunidad de debutar el 29
de julio de 2004¨, expresó el quisqueyano, que durante su corta estancia con
los Cachorros de Chicago y los Tigres de Detroit registró marca de 7-7 y
efectividad de 4.51.
De esos años
Novoa guarda recuerdos inolvidables.
¨Mis dos amigos
insuperables fueron Esteban Yan y, posteriormente, Aramis Ramírez. Otra de las
personas que desde pequeño quise ver porque lo admiraba mucho era Greg Maddux,
y tuve la oportunidad de jugar con él durante dos años¨, nos relata.
Pero entonces
aquel último día del 2006 aconteció lo inesperado, el hecho que cambió el rumbo
de Roberto Novoa como pelotero profesional y como ser humano.
¨Yo pienso que
me descuidé un poco, debí cuidarme más; pero en la vida Dios tiene un propósito
para todos. Eso me hizo mejor persona, me hizo pisar los pies en la tierra y
gracias al Todopoderoso ese trago amargo me convirtió en una persona más
humilde y tranquila. Antes me enfrentaba a cualquiera y no me aguantaba, pero gracias a Dios ya no
soy controversial¨, manifestó el jugador quien lanzó su último juego en la Gran
Carpa el 30 de septiembre del 2006.
La lesión en su
hombro derecho lo mantuvo fuera del béisbol durante todo el 2007.
De ahí en
adelante, Novoa tuvo que demostrarse a sí mismo que desde las cenizas y el
polvo cualquiera se puede sobreponer; que con trabajo y perseverancia puedes
regresar y convertirte en una persona exitosa dentro y fuera del terreno. Solo
debes proponértelo.
Estuvo un año
jugando en Panamá; y luego, tras dos más poco fructíferos en México, se somete
a una operación quirúrgica que había postergado varios años, y que marcaría el
renacer de su carrera.
En esa etapa,
participó en el torneo Doble A, con el equipo de la UASD, lo que lo ayudó a
recuperarse y prepararse para llegar al conjunto de los Leones del Escogido,
donde le abrieron las puertas a su regreso beisbolístico.
¨Le agradezco a
mi padre, a mi madre, a mi hermano (Junior Noboa) y en especial a mi esposa,
quien siempre estuvo ahí apoyándome y me dijo que no me desesperara, que mi
momento llegaría¨.
También agradece
la oportunidad brindada por el equipo de los Leones del Escogido, del que
resalta la gran química que se respira y el respeto que se siente por los
jugadores veteranos.
¨Cuando uno
atraviesa por una lesión, se le cierran las puertas, pero Gracias a Dios pude
superar esa prueba y he podido salir adelante. Agradezco a Moisés Alou que me
abrió las puertas y depositó en mí un voto de confianza, valor que no todos los
gerentes se arriesgan en esta pelota invernal¨, dijo Novoa quien ha trabajado
17 entradas, en las que ha permitido siete imparables, seis carreras, 11
ponches y efectividad de 3.18.
Su éxito lo ha
convertido en uno de los relevistas de confianza del dirigente Audo Vicente,
logrando contribuir a los buenos resultados del conjunto escarlata.
¨La liga de aquí
es difícil y competitiva, un día tu le lanzas a un bateador y al otro día te lo
cambian, entonces, debes hacer los ajustes necesarios, gracias a Dios me las he
ingeniado para hacer el trabajo”, apuntó.
Si le pasara una
radiografía a su carrera como pelotero profesional, dice que este sería su
mejor momento, ya que gracias a Dios ahora tira más strikes, tiene mejor
localización y, sobre todo, mejor conciencia como lanzador.
Para Roberto
Novoa no hay nada escrito, él entiende que el camino lo construye uno mismo;
considera que con fe y dedicación puede regresar al cielo beisbolístico, no
importa las pruebas ni los sacrificios. Para él, lo importante es no rendirse
ante las lesiones y los infortunios de la vida.
Ahora, Novoa
espera que el plato fuerte vuelva a tocar a su puerta, mientras disfruta del
sabor del regreso a un montículo donde solo él se siente inigualable.
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